viernes, 9 de diciembre de 2011

Trabajo Final - Reportaje


 
Luis Diego Víquez Miranda


Las páginas de los periódicos y revistas se llenaron de titulares escandalosas un 14 de mayo del año 2009 al revelar fotos del sacerdote Alberto Cutié (mejor conocido como el padre Alberto) acariciando a una joven en una playa de Miami Beach.
Este es uno de los tantos panoramas en los cuales los representantes de la iglesia católica se han visto involucrados y que han dado mucho de qué hablar. Pero, ¿qué lleva a los sacerdotes a violar la promesa impuesta por el ejercicio de su práctica religiosa? ¿Acaso está la iglesia católica errada en cuanto al celibato y sus implicaciones?
Para poder entender primero de qué se trata toda esta polémica, es prudente brindar significado a aquello que se está violentando. El diccionario de la Real Academia define al “célibe” como una persona no casada, un significado un tanto simplista. Se limita al simple matrimonio visto desde un punto social; pero su práctica abarca más aspectos de lo que los libros sugieren.
Su historia comienza alrededor del año 306 d.C en España, tiempo en el cual se decreta que todo sacerdote que duerma la noche antes de celebrar la misa perderá su trabajo. Veinte años más tarde se decreta que los sacerdotes no pueden casarse y las mujeres no pueden ser ordenadas, lo que sugiere que antes de estas fechas los individuos de sexo femenino podían ejercer esta práctica.
Según Leonel Miranda Miranda, doctor en teología y cura de la parroquia de Guadalupe, la ley del celibato unido al sacerdocio no siempre ha sido universal. Hubo tiempo en el que los obispos podían casarse pero muchos de ellos unieron celibato al sacerdocio por decisión propia. Posteriormente la iglesia empezó a regular la situación en algunos lugares.
A raíz de esta situación se constataron dos líneas ideológicas separadas por límites geográficos contemporáneos. La primera constituida por sacerdotes célibes y la segunda formada igualmente por representantes de la iglesia con el derecho de contraer matrimonio si así lo deseaban.
La tradición o rito occidental es la línea que viene de Roma y países de tradición latina, los cuales siempre han relacionado el sacerdocio con el celibato, o sea el sacerdote está muy unido a no casarse. Esta línea occidental hace más referencia a la figura de Cristo y según los territorios pertenecientes, los curas deben mantenerse puros tal como lo hizo Jesús.
Es evidente por tanto que la línea occidental respalda esta práctica por medio de los evangelios, los cuales proponen al hijo de Dios como un ser que se mantuvo célibe y puro hasta el final.
Hay otra línea que es la de oriente donde la relación sacerdote-celibato no está estrechamente relacionada. En este caso no todo el que es sacerdote es célibe. Son parte de la iglesia, o sea están unidos a Roma, pero son del rito oriental por lo que solo se reconoce solo en esta parte del mundo.
De hecho hay muchos fieles al celibato que pertenecen a otras religiones que ni siquiera exigen su práctica. Lo que sucede es que no hay una normativa que relacione el celibato con el servicio a la comunidad tal como  lo presenta la iglesia.
Es problema es que un sacerdote célibe y una persona que ha tomado la decisión de llevar una vida fuera del matrimonio son sinónimos en occidente. Según Rosa María Víquez Rodríguez, miembro del convento de las Hermanas Bethlemitas ubicado en San Pedro de Montes de Oca, cuando la iglesia habla de celibato este se relaciona con el amor hacia la comunidad, o sea no brinda su amor hacia otro ser mezclándolo con la genitalidad, sino que expresa este afecto hacia una colectividad.
“Es cierto que se constata que en muchos casos la vivencia del celibato en el ministerio no es tan coherente como se pide. Muchas veces puede haber ministros o sacerdotes que no amen a la comunidad”, comentó la hermana.
A pesar que no esté casados pueden no vivir con la alegría de la entrega.  Hay sacerdotes que tienen hijos, familias e incluso una vida sexual activa. Pero a su vez se prueba la existencia de aquellos que viven alegres, con ese sentimiento de entrega.
Johnny Azofeifa, licenciado en Filosofía de la UCR, explica que en los años 70 se creía que en los orígenes del celibato había una causa económica porque era una lectura muy marxista de la historia.
Se decía que el celibato fue impuesto por la iglesia porque las herencias que iban dejando los clérigos se hacían cada vez más grande y entonces al heredarlos a los hijos la iglesia iba perdiendo estas propiedades, mas esta teoría quedó en el olvido por estar basada en puras especulaciones.
El Sr. Azofeifa explica también que un motivo positivo para que la iglesia mantenga el celibato es la lucha contra la posición hedonista que maneja la sociedad actual, o sea  enfocada innecesariamente en el placer sexual. La iglesia entonces propone que el amor no está basado en la genitalidad.
De hecho muchos jóvenes se mantienen vírgenes como una protesta en contra de esta sociedad. Solo que como se contrapone al pensamiento popular es considerado como erróneo e incluso inmoral. El celibato en este caso pretende transformar a la sociedad positivamente aunque esta no lo vea como una contribución, sino como una imposición.
¿Pero es el celibato al fin y al cabo una doctrina impuesta por la iglesia? ¿Qué acaso no pueden los sacerdotes ejercer su profesión sin someterse ante estas regularidades?
Para ello se entrevistó al padre Claudio Víquez Víquez, quien explicó que un sacerdote puede por situaciones determinadas pedir que se le dispense el celibato. Puede casarse pero no puede ejercer el sacerdocio a no ser en caso de una gran emergencia. Por ejemplo, en caso de un accidente puede dar la extrema unción a la persona que está muriendo y aún así se les reconoce su título de sacerdote.   
En el caso que el sacerdote haya violado el pacto de celibato sin que este hubiese sido absuelto por la iglesia, esta entidad puede brindar ayuda para evitar la reiteración de este comportamiento. “Se intenta salvar al ser humano”, expresó el padre Víquez. 
La intención es iluminarlo, siempre y cuando el sacerdote haya reconocido su error. Es responsabilidad en este caso del obispo hablar con él. En caso de que un sacerdote falle nuevamente con su obligación ante el celibato, se le impone sanciones. 
Con respecto a estas indiscreciones, ¿qué opina la sociedad? ¿Estará mayoritariamente a favor del celibato o creerán en una causa opuesta a aquella fomentada por la iglesia, ente instructor de nuestras creencias?
Para responder esta pregunta, se entrevistó a otra de las hermanas del convento Bethlemitas, María Benardita Víquez Rodríguez, quien comentó que según su percepción la población está mayoritariamente en contra de la práctica del celibato y esto parece preocupante al tratarse de una población tradicionalmente católica.
Pero también explicó que esta tendencia depende principalmente del grupo al cual se le esté preguntando. Por ejemplo, si se pregunta a personas cercanas a las ocupaciones del sacerdote, que están más involucradas en la iglesia es probable encontrar posturas a favor del celibato. Esto es claro pues existe una predisposición social.
Aunque la nueva sociedad puede ser vista como más liberal, se ven brotes de movimientos más conservadores como sucede ante otros temas polémicos como el matrimonio de personas del mismo sexo o la fertilización in vitro.
“Aquel grupo de individuos sociedad que desconoce la visión de un sacerdote pide que se le libere de esta “carga”, pues no conocen la dicha de este regalo”, comentó la hermana.
Se es célibe no por el querer de la persona sino porque siente que Dios lo ha llamado para eso y que Él le da las fuerzas para mantenerse. Si la persona lo desea profundamente es porque en el fondo el Señor lo quiere también.
Si dentro del individuo existe duda, esa lucha interna que crea confusión no es apta para seguir esta práctica. Por el contrario, produce libertad y felicidad interna.
Hay signos que nos dicen que podrían hacernos pensar que tarde o temprano se podría revisar el celibato obligatorio. Pero hay otros signos que nos dicen que es razonable e incluso deseable mantener esta conducta. Sin embargo, debido a la polémica, ¿sería razonable eliminar el celibato?
El estar casado no me garantice que sea una buena solución para solucionar la polémica. Hay muchas dificultades de separación, divorcios, traiciones. Así que debido a la tendencia actual parece que eliminarlo no es una solución. La crisis familiar que se vive hoy es la prueba de ello.
No se cree que el matrimonio sea la solución de los problemas del sacerdote en la vivencia del celibato porque la misma sociedad indica que el matrimonio no está pasando por su mejor momento. Lo conveniente es ayudar a las personas a madurar con respecto a sus elecciones y si el celibato es una de ellas, adelante, es una elección de vida.








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